La Prisión Preventiva en Ecuador: Desnaturalización Garantista y Criminalización Selectiva desde un Análisis Normativo, Jurisprudencial y Empírico

Abstract

En Ecuador, la prisión preventiva se ha convertido en una práctica extendida que, en los hechos, funciona como un castigo anticipado a personas aún no condenadas. Este estudio aborda el problema desde una perspectiva doctrinal, jurisprudencial, normativa y empírica analizando el garantismo penal y la presunción de inocencia, principios vulnerados por el uso excesivo de esta medida. Se examinan los marcos normativos nacionales (Constitución, COIP) e internacionales (CIDH, PIDCP), que establecen su carácter excepcional, subsidiario y temporal. La Corte Constitucional ha señalado que toda privación de libertad debe basarse en motivos legalmente justificados y aplicarse solo cuando sea absolutamente necesaria; la Corte Nacional la reconoce como medida de ultima ratio. La CIDH advierte que su uso generalizado no reduce la criminalidad, pero sí agrava el hacinamiento y vulnera derechos. Entre 2019 y 2022, aunque la población carcelaria disminuyó, el porcentaje de presos sin sentencia subió del 30 % al 40 %, y 220 personas llevan más de dos años en preventiva. Se discuten los altos costos sociales y la limitada eficacia de esta medida, proponiendo reformas como restringir su aplicación, fomentar medidas alternativas y acelerar los procesos, buscando un equilibrio entre seguridad pública y garantías procesales. In Ecuador, pretrial detention has become a widespread practice that, in practice, functions as an early punishment for individuals who have not yet been convicted. This study addresses the problem from a doctrinal, jurisprudential, and normative perspective, analyzing the guarantees of criminal justice and the presumption of innocence, principles that are violated by the excessive use of this measure. It examines national (Constitution, COIP) and international (IACHR, ICCPR) regulatory frameworks, which establish its exceptional, subsidiary, and temporary nature. The Constitutional Court has established that all deprivation of liberty must be based on legally justified grounds and applied only whenabsolutely necessary; the National Court recognizes it as a measure of last resort. The IACHR warns that its widespread use does not reduce crime, but rather worsensovercrowding and violates rights. Between 2019 and 2022, although the prison population decreased, the percentage of unsentenced prisoners increased from 30% to 40%, and 220 people have spent more than two years in pretrial detention. The high social costs and limited effectiveness of this measure are being discussed, with reform proposals such as restricting its application, promoting alternative measures, and streamlining trials, seeking a balance between public safety and procedural guarantees.